El árbitro de la final de la Europa League Anthony Taylor y su familia fueron agredidos por aficionados de la Roma el jueves en el aeropuerto de Budapest, justo un día después de arbitrar la final perdida por el equipo ante el Sevilla en la tanda de penales. El árbitro inglés, al que se culpó de no conceder un penal a favor de la Roma tras una mano en el área, tuvo que ser escoltado por el aeropuerto, ya que la situación se tornó violenta y un aficionado llegó a lanzarle una silla.
Taylor y su familia no sufrieron daños físicos, pero podría haber sido mucho peor. Es fácil olvidar que es humano y que nadie debería ser tratado así. La Roma no tiene más culpables de esta final que ellos mismos. El entrenador José Mourinho se acercó a Taylor después del partido, cerca del autobús del equipo, y le gritó “una maldita vergüenza”, lo cual no ayudó en lo más mínimo. Ahora la prensa británica informa de que la UEFA presentará cargos contra Mourinho por su comportamiento con los árbitros aquella noche.
“Estamos consternados por el abuso injustificado y aborrecible dirigido a Anthony y a su familia mientras intenta volver a casa después de arbitrar la final de la UEFA Europa League. Seguiremos prestando todo nuestro apoyo a Anthony y a su familia”, declaró la asociación inglesa de árbitros en un comunicado.
El director general de la Roma comentó la agresión con un comentario que no condenaba los hechos, sino que sembraba más dudas sobre su actuación.
“En el AS Roma no queremos sembrar dudas sobre los méritos del Sevilla. Creemos que con nuestro rival hicimos una gran final y honramos de la mejor manera el escenario que nos ofreció la UEFA”, dijo el director general de la Roma, Tiago Pinto, según Associated Press. “No solemos comentar inmediatamente este tipo de situaciones, pero a lo largo del día de hoy hemos analizado tanto los incidentes más flagrantes como los aparentemente menos evidentes y está claro que en términos disciplinarios el arbitraje del partido no fue equilibrado.”
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