La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), dio a conocer que el Sol emitió una fuerte erupción solar, cuyo punto máximo llegó a las 22:21 horas del Meridiano de Greenwich, del pasado sábado 5 de agosto, el cual fue captado a través del Observatorio de Dinámica Solar.

En la imagen es posible observar un subconjunto de luz ultravioleta extrema que destaca la materia extremadamente caliente de las erupciones de colores rojo y naranja.

Las zonas inactivas del Sol se muestran con regiones inactivas más oscuras y regiones activas brillantes en naranja centelleante.

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Varias flotas especiales de la agencia espacial estadounidense observan constantemente el Sol y todo nuestro entorno cósmico. Estas analizan la actividad solar hasta la atmósfera del Sol, hasta partículas y campos magnéticos del espacio que rodea la Tierra.

La fulguración captada está clasificada como de clase X1.6. Dichas categorías son dependientes de la energía liberada, la escala consta de cinco niveles y X es la máxima. La NASA explica que el número les permite saber más sobre su fuerza.

¿Cómo afecta una erupción solar a la Tierra?

Las erupciones solares más potentes tienen la capacidad de afectar las comunicaciones por radio, redes eléctricas y las señales de navegación en la Tierra.

Cuando existe una etapa de especial actividad magnética, se producen varias erupciones y las partículas expedidas a mil o dos mil kilómetros por segundo, las cuales arribar a la Tierra eventualmente (tormentas solares).

En el caso de que estas sean altamente energéticas, pueden vencer el campo magnético o magnetosfera, un escudo natural que tiene la Tierra, lo que podría dañar las comunicaciones -móviles, GPS, estaciones de suministro eléctrico, etcétera.

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Además, la corrosión de los gasoductos u oleoductos también son afectados por este tipo de fenómenos.

“La exposición de las naves espaciales a partículas energéticas durante los eventos de partículas energéticas solares y los aumentos del cinturón de radiación causan anomalías operativas temporales, dañan la electrónica crítica, degradan los paneles solares y ciegan los sistemas ópticos como las imágenes y los rastreadores de estrella”, explicó la NASA.

Asimismo, también afecta a los exploradores humanos y robóticos de todo el sistema solar. Las investigaciones han demostrado que, en el peor de los casos, los astronautas expuestos a la radiación de partículas solares pueden alcanzar sus límites de exposición permitidos a las pocas horas del inicio de un evento.

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