A través del telescopio Atacama Large Millimeter/Submillimeter Array (ALMA por sus siglas en inglés) varios científicos lograron descubrir un par de agujeros negros supermasivos que están destinados a fusionarse y colisionarse en lo que será una enorme singularidad.

Desde un punto de vista informal y práctico, una singularidad gravitacional o espaciotemporal puede definirse como una zona del espacio-tiempo donde no se puede definir alguna magnitud física relacionada con los campos gravitatorios, tales como la curvatura.

El reciente descubrimiento podrá funcionar como una representación de lo que sucederá cuando nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, se fusione con la galaxia de Andrómeda en cuatro mil 500 millones de años.

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Actualmente, se cree que los agujeros negros supermasivos existen en el centro de todas las galaxias principales y se expanden al atraer y devorar enormes cantidades de polvo, gas y estrellas del entorno espacial.

Los agujeros negros fueron descubiertos gracias a que un grupo de científicos estaba examinando las secuelas que dejó una fusión galáctica que se está produciendo a unos 480 millones de años luz de la Tierra en la constelación de Cáncer.

A través de la investigación y observación realizada, el equipo fue capaz de observar cómo es que ambos cuerpos masivos se alimentaron de la vorágine de material desechado por el choque cósmico.

Ambos agujeros negros representan los más cercanos jamás descubiertos por la humanidad que están sumergidos en el acto de fusión.

El lente del ALMA, ubicado en el Desierto de Atacama, al norte de Chile, fue capaz de mirar a través del ambiente espacial brillante y polvoriento en el corazón de la fusión con el fin de identificar los agujeros negros.

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Tras su descubrimiento, otros siete observatorios, incluido el telescopio espacial orbital Hubble se enfocaron en el dúo de agujeros negros, los cuales son conocidos como UGC4211.

Asimismo, gracias a la información recopilada, lograron determinar que los agujeros negros tenían masas de entre 125 y 200 millones de veces la masa de nuestro Sol, según un comunicado de la Fundación Simons en Nueva York.

El descubrimiento también permitirá a los científicos comprender mejor lo que sucederá con la Vía Láctea en un futuro lejano. Dentro de miles de millones de años, nuestra galaxia se fusionará con su vecino espiral más grande: la galaxia de Andrómeda.

“La colisión de la Vía Láctea y Andrómeda se encuentra en sus primeras etapas y se prevé que ocurra en unos 4500 millones de años”, comentó el científico investigador principal de Eureka Scientific y autor principal del nuevo estudio, Michael Koss.

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