La organización Human Rights Watch (HRW) ha documentado el uso de bombas de fósforo blanco por parte del ejército de Israel en Gaza y Líbano. 

Estas acciones se llevaron a cabo en el contexto de un “asedio completo” en Gaza y la guerra que Israel lanzó en respuesta al ataque armado perpetrado por militantes de Hamás el 7 de octubre. 

El fósforo blanco se caracteriza por su efecto incendiario significativo y su empleo en Gaza, una de las áreas más densamente pobladas del mundo, viola el derecho humanitario internacional y pone a los civiles en riesgo innecesario, según HRW.

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HRW confirmó que el ejército de Israel lanzó bombas de fósforo blanco contra el puerto de Gaza y dos localidades en Líbano, cerca de la frontera. 

En el caso de Gaza, los proyectiles se fragmentaron en 116 cuñas ardientes, que cubrieron un área de 250 metros de diámetro. 

El fósforo blanco opera mediante una combustión que, al entrar en contacto con el oxígeno, puede alcanzar temperaturas de hasta mil 500 grados. Cuando entra en contacto con la piel humana, el fósforo blanco causa quemaduras tanto térmicas como químicas, penetra en el torrente sanguíneo y puede provocar daños en los órganos. Incluso las quemaduras leves pueden resultar mortales. 

Según las autoridades palestinas, más de mil 500 personas han perdido la vida en el contexto del “asedio completo” de Gaza. 

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