De acuerdo con una investigación realizada por Quinto Elemento Lab, los daños al ecosistema ocasionados por los narcolaboratorios son sumamente graves.
Según una proyección realizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la producción de un kilo de estupefacientes ilegales ocasiona seis kilos de desperdicios tóxicos.
Bajo este supuesto, en los últimos cinco años México ha producido tres millones 37 mil 848 kilogramos de desechos tóxicos por la fabricación de drogas. De 2018 a 2023, las autoridades han decomisado 556 mil 308 kilogramos de metanfetamina.
Además de las estimaciones de la ONU, se debe tomar en cuenta que Estados Unidos vive una de sus mayores epidemias por adictos a opioides, pues tan solo de 2022 a 2023 se ha confirmado la sobredosis de 110 mil personas.
No obstante, a pesar del conocimiento respecto a los daños causados en diferentes sociedades, no existen denuncias ni investigaciones abiertas respecto a perseguir los crímenes medioambientales.
Crecimiento negativo
En los últimos 5 años, la cifra de laboratorios descubiertos a nivel nacional ha crecido más de 16 veces, de 58 en 2018 a 948 en 2023. Ha habido 2 mil 79 hallazgos en el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), 3 veces más que en la administración anterior, según cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
La misma Sedena reporta la incautación de 488 mil 707 kilogramos y 1 millón 215 mil litros de químicos y precursores en los laboratorios asegurados desde 2018.
Además, los narcolaboratorios representan un riesgo para quienes manipulan los químicos, pero también para las personas que se encuentran en dichos espacios, tal como ocurrió en mayo de 2024 en el poblado de El Pozo, al norte de Culiacán, donde nueve militares resultaron gravemente heridos por la explosión de un laboratorio clandestino, obligando a las autoridades a evacuar las escuelas cercanas.
Solicitudes a través de la Ley de Transparencia de parte de Quinto Elemento Lab encontraron nulos diagnósticos por parte del gobierno sobre este daño ambiental. Tampoco hay evidencia de protocolos que deban seguir los primeros respondientes que llegan a los laboratorios
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