El 10 de noviembre en Japón, se conmemora el centenario del nacimiento del perro Hachikō, un perrito conocido por esperar a su dueño todos los días en la puerta de la estación japonesa Shibuya, 

Debido a la importancia de Hachikō en Japón se han realizado tres estatuas en su nombre, pero por motivos bélicos se han tenido que retirar en ciertos momentos de la historia de Japón; sin embargo, fue hasta el 2015 que se reacomodó la tercera estatua.

Fue en la facultad de Arquitectura de la Universidad de Tokio en donde su dueño y mejor amigo solía trabajar, por lo cual la tercera estatua que integra al dueño y a Hachikō se encuentra ahí juntos y contentos por su reencuentro.

¿Cuál es la historia de Hachikō?

En 1923, el profesor universitario Ueno Eizaburo quien ya tenía dos perros, buscó adoptar un tercero con una condición, que este último fuera akita, raza autóctona japonesa caracterizada por su tranquilidad, inteligencia y lealtad. 

Uno de sus alumnos le otorgó lo que buscaba tras un largo viaje, en enero de 1924 el cachorro llegó a manos de Eizaburo, aunque en mal estado de salud, tanto que se pensó que el animal estaba muerto.

Tras seis meses de recuperación, el can se encontraba listo para incorporarse a la rutina del profesor, la cual desarrollaba junto con sus otros dos perros: ir los cuatro a la entrada de la estación de Shibuya para despedirle. Sin embargo, mientras que los otros dos animales volvían a casa, Hachikō permanecía en el lugar a la espera de que su dueño regresase al final de la jornada.
 

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¿Qué hace a Hachikō tan especial?

El 21 de mayo de 1925, Ueno Eizaburo sufrió una hemorragia cerebral y falleció, fue entonces que el perro fue acogido por diferentes familias hasta que, finalmente, acabó siendo adoptado por el jardinero del profesor.

 Aunque habían pasado juntos menos de veinte meses, cuando el perro se vio de regreso en el barrio en el que había convivido con su dueño, retomó la rutina que tenía con él y, a partir de ese momento, Hachikō acudió todas las mañanas a la entrada de la estación de Shibuya. 

Allí se sentaba y esperaba paciente, aunque sin resultado, a que regresara su dueño Eizaburo.

Aunque al principio el can recibía burlas y quejas, cuando la prensa publicó un artículo sobre él y su historia todo cambió, pues la gente comenzó a dejarle comida.

Su historia hizo que se organizase una cuestación popular para erigir una estatua en su honor. La obra fue inaugurada en 1934 con la presencia del propio animal, que fallecería unos meses después, el 8 de marzo de 1935, sin poder ver la inauguración de la segunda estatua, la de Odate, celebrada en julio de ese año.

Tras su muerte, Hachikō se convirtió en un personaje mítico. Su cuerpo fue disecado, expuesto en el Museo Nacional de Ciencias del Parque de Ueno y su historia es, al día de hoy, inspiración para varias generaciones de japoneses.

Tanto ha sido la influencia del Can,  que se han realizado dos cintas sobre él, la primera estrenada en 1987 llamada Hachiko mononatari y siempre a tu lado de 2009.

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