Secuelas legado, Hollywood se encarga de que revivas en nostalgia

Las secuelas legado se han convertido en una constante en la industria cinematográfica, destacándose en la pantalla grande y, más recientemente, en la chica; en Clicketa se analiza la evolución de este fenómeno, reflejo de una estrategia que prioriza la nostalgia y la propiedad intelectual que se ha asegurado un lugar en el imaginario colectivo.

Origen y evolución de las secuelas legado

En la industria del cine, dominada por la nostalgia y la propiedad intelectual, las llamadas secuelas legado no son una novedad; aunque su popularidad se consolidó con el estreno de Tron: Legacy en 2010, este subgénero tiene raíces más profundas.

Dirigida por Joseph Kosinski, responsable también del reciente éxito Top Gun: Maverick, esta tendencia ha marcado una década de cine; no obstante, el término no siempre implica una connotación negativa, ya que algunas secuelas han logrado aportar frescura y originalidad, por lo menos para las nuevas audiencias.

Existen dos grandes categorías dentro de las secuelas legado: aquellas que buscan explotar la nostalgia sin ofrecer innovaciones, y las que, aunque partan de la película original, buscan crear algo nuevo.

En el año 2015, se estrenaron diversas películas de ambas categorías. Mad Max: Fury Road, dirigida por George Miller, revitalizó la franquicia con una narrativa visualmente impactante y un nuevo personaje, Furiosa, que se robó el protagonismo.

Creed, dirigida por Ryan Coogler, también ejemplificó este enfoque, presentando una historia inspiradora con nuevos personajes que resonaron con una audiencia moderna.

El impacto de la nostalgia en el cine

El 2015 fue un año decisivo para el negocio de las secuelas legado: Jurassic World, dirigida por Colin Trevorrow, rompió récords de taquilla, aunque su recepción crítica fue mixta.

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A finales de ese año, Star Wars: The Force Awakens de J.J. Abrams se destacó como un caso emblemático, asegurando que el negocio de la nostalgia estaba más vivo que nunca.
Esta película, aunque se apoyaba en personajes clásicos como Han Solo y Leia, introdujo nuevos protagonistas, demostrando que las secuelas podían equilibrar la nostalgia con la innovación.

En 2017, Blade Runner 2049, dirigida por Denis Villeneuve, mostró cómo una secuela puede reinterpretar una obra clásica, aunque su éxito de taquilla no estuvo a la altura de las expectativas.

La película se distanció de las fórmulas tradicionales de las secuelas legado, ofreciendo una visión autoral y única.

Sin embargo, algo cambió en la industria tras la controversia generada por Ghostbusters (2016), dirigida por Paul Feig, y Star Wars: The Last Jedi (2017), dirigida por Rian Johnson.

Rompiendo barreras

Ambas películas intentaron romper con los ‘moldes’ establecidos, lo que provocó una fuerte reacción negativa por parte del público; esta respuesta llevó a Hollywood a replantear su enfoque, inclinándose más hacia la nostalgia y menos hacia la innovación.

Hoy en día, las secuelas legado rara vez intentan presentar algo nuevo, prefiriendo traer de vuelta a personajes y actores originales. Jurassic World: Dominion (2022) y Ghostbusters: Afterlife (2021) son ejemplos claros de esta tendencia.

Incluso películas como Top Gun: Maverick, a pesar de su excelencia, dependen de la presencia del personaje original para resolver la trama.

Recientemente, se ha anunciado una secuela de Constantine (2005) con Keanu Reeves, lo que demuestra que Hollywood sigue apostando por el negocio de la nostalgia; al igual que el próximo estreno de Gladiator II, una historia que no necesitaba continuación.

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